ETAPA 4. DE HINOJALES A ARROYOMOLINOS DE LEÓN.
lunes, 14 de septiembre de 2015
ETAPA APADRINADA POR DIEGO Y ALICIA.
Un
bonito idilio. Sois el romance andante y se cae un poco la baba
cuando se os ve, porque todos queremos tener en nuestra vida algo
como lo que tenéis vosotros. Aunque nos veamos poco, es un gusto
contar con gente como vosotros en un rincón del corazón. Gracias,
Alicia y Diego.
Contador de Kilómetros: 81,7
El
diccionario de la RAE, debería poner al ladito de la palabra
HOSPITALIDAD, una foto de Miguel Ángel "Trigo" y de Mari
Carmen, su madre. He dormido como un santo, bendito, canonizado y
llevado y traído del cielo tres pares de veces. La cena de ayer,
100% con productos realizados por ellos. Y antes de marcharme esta
mañana, Mari Carmen me ha metido en su casa y con ella he tomado un
segundo desayuno que me ha sentado estupendamente. Otra vez: muchas
gracias.
Hoy he
caminado desde Hinojales hasta Arroyomolinos de León, haciendo una
pequeña parada en Cañaveral de León. El tramo del camino hasta la
primera parada, discurre por el Camino de la Víbora, que asciende
entre dehesas de alcornoques, olivos de montaña y cercados para el
ganado. El sol me ha saludado desde Cañaveral al salir. Pronto, y
tras hacer una incursión en tierras extremeñas, he tomado el camino
de la Colada de las Tablas, flanqueado por olivos, con algún
alcornoque en el camino, y con el afloramiento de un tipo de piedra
que sólo he visto por estos lares. Es marrón oscuro y en algunos
momentos se asemeja a la "piedra hostionera", presente en
las costas atlánticas andaluzas. Los muros, desde aquí hasta
Cañaveral, se tornan peculiares al estar hechos con esta piedra, y
sin ningún tipo de aglutinador entre piedra y piedra.
El sol a levante. Qué suerte tengo.
Afloramientos rocosos en un olivar.
Imponente alcornoque flanqueando el camino.
Olé el sofá de piedra.
Murete en el entorno de Cañaveral.
Pronto
he llegado a Cañaveral de León, pueblo que le debe mucho al agua.
Hasta el nombre, que parece derivar de la cantidad de cañas que
había en la zona por los manantiales que brotaban debido a ser un
suelo calcáreo. El manantial principal a la salida del pueblo, es la
fuente redonda. Desde allí, se canalizaba el agua por lieva hasta
una laguna, desde donde se distribuían los turnos de riego a las
huertas situadas más abajo. Y aquí está el ejemplo de cómo un
pueblo puede hacer que un uso tradicional devenga en aprovechamiento
turístico: a día de hoy, la Laguna, acondicionada como piscina,
atrae a muchos bañantes. El entramado de las calles es también
digno de visitar. Como curiosidad, me he cruzado con dos abuelos, con sendas muletas cada uno. Esta ha sido su conversación:
-¿A dónde vas? ¿A sembrar el forraje?
-Sí...
-Pues echa un poco más.
-Sí claro. Pa tu burra.
Menudo testimonio de cómo se despueblan estos lugares y se van perdiendo las prácticas tradicionales.
La laguna.
Plaza de España.
Y sabía
que tenía que llegar un momento como este: He conocido un tramo del
camino que me ha dejado enamorado. Se trata del principio del tramo
que va desde aquí a Arroyomolinos, que una vez abandona la
carretera, se encamina a la rivera de Montemayor. Una dehesa pura de
encinas, clareándose conforme se desciende hasta convertirse en unos
prados ondulantes preciosos, con la sierra del Bujo delante y la
sierra del Cuerno, con su castillo, a la izquierda. Al llegar a la
rivera (¡el primer río que veo que no tiene estiaje!), y sin
cruzarla, el camino discurre paralelo al cauce en un entorno
alucinante, para finalizar en un ensanche del valle, con una zona de
merenderos y a pie de la carretera. Un paseo que exportaré a mis
queridos sin dudar.
Bajada a la rivera de Montemayor. El Bujo al fondo.
Preciosa vista del castillo del cuerno
Esta y la siguiente, rivera de Montemayor.
Una vez
se cruza la carretera, he vuelto a "flipar": he enlazado el
tramo de camino flanqueado por doble muro más largo que he conocido
hasta ahora. Es una parte del camino que, aunque larga y continua en
el paisaje, no desmerece en absoluto. Y sin abandonar los muros
contiguos (¿"Conmiguo"?), comienza un exigente ascenso
hasta el alto de la Toba. Arriba del todo, he tenido un pequeño
encogimiento del alma: tras de mi, y por última vez, aparece como si
se puediera tocar con la yema de los dedos, mi cordal de la Sierra de
Aracena. Ahí estaban mi Cortelazor y mis Marines. Y mis Vaqueras.
Cuántas veces he mirado hacia aquí, en sentido inverso. Mis pasos,
ahora sí, comienzan a alejarme de casa. Pero bueno, hay que seguir,
y eso he hecho. He seguido, tras un tramo de carretera, tomando un
camino empedrado entre alcornoques que me ha llevado directamente al
pueblo arroyenco.
Comienzo de la subida al alto de la Toba.
¡Ay! ...mi Corterrangel está allí al fondo...
Camino empedrado que llega a Arroyomolinos.
En
Arroyomolinos me ha alojado Guillermo, en una casa que ha puesto a
mi entera disposición. Y tan bueno como la casa, un plato de
lentejas que me ha dado para comer; al terminar no me llegaba la
sangre a la cabeza (risas). Tras la siesta he estado con María
Jesús, concejal de deportes y arroyenca enamorada de su pueblo.
Arroyomolinos no dispone de castillo, como tampoco la vecina Fuentes
de León. Ambas usaban la táctica defensiva de tener una atalaya
común, que era el Castillo de Cuernos, desde la que se podía avisar
a la población con anterioridad. Arroyomolinos, Cañaveral, Calera,
Fuentes y Segura, formaron la Encomienda de León. Fue una división
administrativa, dependiente de la orden de Santiago, que unió a
estas 5 localidades por siempre en la toponimia. Tras divisiones
administrativas posteriores, unas fueron a Huelva y otras a Badajoz,
pero entre ellas parece haber todavía cierta fraternidad.
Arroyomolinos
son arroyos, y son molinos. Molinos de rodezno, para ser concretos.
Los dos arroyos principales que abastecen al pueblo (que por cierto,
sigue sin privatizar el servicio de aguas y se abastece de manantial
propio) son el Abismomorena y el de la Gitana, o Valdelamadera. Entre
ambos, ha llegado a haber una concentración de molinos enorme para
la zona, ya que a finales del siglo XIX y hasta la guerra civil, ésto
fue el motor de la localidad. Eso sí, pese a no tener tanta
cantidad, los molinos han estado aquí desde el origen de la
población.
Todo
comienza en la parte alta del cauce, con un molino llamado "de
la llave". Recogía el agua, llevándola al resto de los molinos
inferiores a través de una lieva, o cabucera como se le llama aquí.
El agua se almacenaba encima del molino, en una presa. Una vez llena,
por apertura de compuertas el agua se metía en el cubo, estructura
cilíndrica de piedra, con disminución paulatina de sección, lo que
hace incrementar el caudal. Un embudo, vamos. El final del embudo
encasquetaba este agua, a tope de presión por el saetín, en el
rodezno, que vendría a ser como una noria, pero en horizontal. Toda
esta parte estaba en una planta inferior a la zona de molienda. Así
que el rodezno se ponía a girar, haciendo girar el parahuso, una
suerte de eje, que estaba fijo al mismo rodezno por abajo, y a la
piedra de moler que se movía por arriba. Otra piedra fija pegada a
esta última, y ya tenemos la molienda. Desde una tolva y
aprovechando el propio parahuso se surtía grano a las piedras, que a
través de unas hendiduras iban soltando la harina. Y todo el
mecanismo se podía moderar a través de la palanca, que frenaba el
rodezno, o de la llave, que frenaba el caudal de agua. María Jesús
ha conseguido con sus explicaciones que me entraran ganas de ponerme
a moler como un loco.
Sala de molienda de un molino rodezno.
Encaramado a lo alto del molino, al lado de la presa.
El saetín y el rodezno.
Mi maestra en esto del moler, María Jesús.
La
patrona de la localidad, la virgen de los Remedios, tiene su preciosa
ermita justo a las afueras. Cuenta la leyenda que durante su
construcción se dieron dos sucesos paralelos que marcaron su
ubicación. Al principio se iba a construir en la actual Calle de la
Cruz. Pero cada vez que se avanzaba en la construcción, al día
siguiente aparecía el trabajo por los suelos. Mientras tanto, en un
cercado no muy lejos (actual ubicación), su dueño encontró una
muñeca y se la guardó en el zurrón para llevársela a su hermana.
Pero al llegar a la casa, la muñeca no estaba. Así varios días
seguidos, incluso cosiendo el zurrón, la muñeca desaparecía.
Puestos los dos sucesos en común, se interpretó como una divina
señal de que la ubicación de la ermita debía mudar al cercado. Y
allí está.
Exterior e interior de la ermita de los Remedios.
Por otra
parte, la Iglesia Parroquial de Santiago el Mayor, guarda todavía en
su entrada una pila bautismal de origen paleocreistiano, su mayor
tesoro. De planta sobria y amplia, mantiene en la parte alta de su
puerta de entrada, el emblema de la orden de Santiago, que tanto ha
marcado estas tierras.
Iglesia de Santiago el Mayor.
Detalle del emblema de la orden de Santiago, en la puerta de la Iglesia.
Pila bautismal de orígen posíblemente paleocristiano.
Gracias
Iván, y Guillermo y María Jesús por vuestra hospitalidad y
disponibilidad. Nos vemos en la Romería del tercer domingo de mayo,
o en el toro de fuego, o en la cabalgata, o... en cualquier momento,
porque venir hasta aquí bien merece la pena.
3 comentarios:
Magnifica etapa. Has disfrutado! ¡que me recuerdan esas paredes de piedras a nuestra pared seca en las tancas de mi islita...! :) preciosos caminos, nos tendrás que llevar por esos lares de arroyos, encinas y molinos cuando vayamos por alli. Un abrazo, amigo!
Hola Jona, ya va siendo hora que te diga algo. He leido todas tus etapas y me parecen encantadoras. Se me hace muy placentero el leerlas, aprendo y disfruto con tus comentarios. Está redactado con soltura literaria, sólo a veces la premura de la inmediatez hace tener algunas erratillas que poco afectan a la comprensión del texto.
Que consigas tu meta. Te seguiré disfrutando. (Yoli, tu cuñá)
Gracias Yoli preciosa. Corregiré las erratas. Mil besos!
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