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ETAPA 14. DE SANTA MARÍA DE TRASSIERRA A CERRO MURIANO.

sábado, 26 de septiembre de 2015

ETAPA APADRINADA POR ESTRELLA.



Está claro que lo que siente mi Chica por ti, Estrella, no tiene nada que ver con lo que siento yo. Lo nuestro está más en la línea de la complicidad. Muchos tramos paralelos en estas tierras serranas. Tu compromiso y entrega a nuestro Corterrangel es admirable y espero que lo más lejos que te vayas, como mucho sea a Cortelazor. Gracias Estrella.





Contador de Kilómetros: 341,1


Lo que hace dormir. Hoy he dormido bien. Mirad:



He afrontado el día de hoy de un modo muy distinto al de ayer. He tenido energia, y eso me sienta bien. Pede ser también que como el blog ha superado las 5000 visitas, me ha dado un empujón de ánimo al alma. Ni en mis mejores planes preveía superar las 2000 visitas de aquí al final del proyecto, así que imaginad: grandioso. Y todo el mérito es vuestro. ¡Gracias!

Hoy he circunvalado una gran ciudad, para lo bueno y para lo malo. En ningún momento, pese a estar muchas veces en un entorno muy boscoso, me he separado más allá de quice o veinte kilómetros de Córdoba, alternando espacios más o menos humanizados. Al final, un punto negro. Qué digo punto, agujero negro. Bueno voy a frenar, que me embalo.

A las ocho menos diez ponía a funcionar la app dejando atrás, como dije, una de las noches más plácidas que he tenido hasta el momento. He continuado en un entorno precioso de bosque mixto de pinos, encinas y alcornoques en búsqueda del Arroyo Bejarano, un exquisito paraje, con buen caudal de agua y muy tranquilo. Aquí he querido desviarme de mi ruta porque unos metros más arriba del paso del GR se encuentra el primer venero del Bejarano, pero no he podido. Un grupo de vacas, normalmente tranquilas, hoy no me han dado buena espina. Estaban acompañadas de crías muy nuevas, y el camino era muy encajonado. Por tres veces han hecho ademán de enfrentarme, por lo que al final he desistido y he vuelto sobre mis pasos. Al principio me he enrabietado un poco, pero le he dado la vuelta pensando que próximamente pasaré un fin de semana entero en Córdoba para descubrir todos los senderos locales cercanos a la capital que me entregó ayer José Manuel (¡gracias!), incluído este. 
 El entorno del GR cerca de Trassierra.

 Otro espectacular guiño solar, esta vez en pleno bosque.

 Arroyo Bejarano, con su coqueto vado.

 Éstas son las que después se han puesto rebeldonas.
 

Pasado este punto, y siempre entre bosque y alcornocales, acabamos llegando a la Alhondiguilla, una preciosa finca que pone fin a la parte menos humanizada. A partir de este momento se inicia un ascenso por una sucesión de urbanizaciones con una piara de perros mosqueados conmigo porque paso cerca de sus posesiones. Me he sentido el despertador de los vecinos. Al final del ascenso se llega al cruce con la carretera de Villaviciosa y el sendero, en un entorno precioso de bosque mediterráneo y sin alejarse de la carretera, se va encarando poco a poco dirección a Los Villares. Es en este tramo donde tiene su finca el Cordobés.

No puedo resistirme a fotografiar los alcornocales.

 Agradable huerta en la Alhondiguilla.

El paso por tanta urbanización tenía que aportar algo bonito también...

Efecto colateral de tener una ciudad grande tan cerca.

La majaína del Cordobés (sarcasmo)

Cuando se alcanza de nuevo la carretera se asciende por un camino paralelo que, dejando atrás la fuente de los Villares, ahora sí, entra de lleno en el parque Periubano de Los Villares. Ojalá todas las grandes ciudades tuvieran un lugar para disfrutar la naturaleza tan bien cuidado y tan cerca. En algunos momentos, y en dirección al norte, se aprecian expectaculares vistas a Sierra Morena. Y dirección al sur siempre se tiene presente que la ciudad está por allí abajo, con valles que descienden rápidamente en su búsqueda. Me ha recordado a la sierra costera catalana, con la diferencia de que allí al fondo del todo está el mar, y aquí la vega. Y yo con el subidón de energía adrenalínica por encarar la subida al cerro de Torreárboles para disfrutar de excelentes panorámicas. Pero.... punto negro.

 Fuente de Los Villares.

Vista parcial del parque periurbano.

Esa montaña pelada al norte me ha dejado intrigado.


Lo dicho: PUNTAZO NEGRO. La bandera de Japón, pero en negro. Multa. Vaya a la cárcel, sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar las 5000 pesetas. Bueno, voy a parar. No, sigo. Es como una suerte de triángulo de las Bermudas, en la que el camino se desvanece y de pronto ya no tienes vuelta atrás. En fin. Esto es lo que indica la topoguía del sendero:

Poco a poco vamos abandonando esta zona de esparcimiento
con especial atención al trazado que gira a la izquierda ascendiendo
al borde de la carretera y saliendo por una cancela.

A renglón seguido, Km 15,75, Calera y una interpretación. Pues bien llegas a un punto de la periferia del parque con una ligerísima subida. Se ve que ahí las rodadas de algunas bicis giran a la izquierda casi 180 º. Asimismo, una bajada al frente con un aspa, y una bajada más pronunciada a la derecha, con otra aspa. La carretera casi se ve, a la izquierda. Pues yo lo he tenido claro: he girado a la izquierda. Y había cancela, pero... con candado. Y todo el perímetro de la carretera, con una alambrada. Así que el instinto me ha hecho ir a buscar la carretera, que parece que es lo que marcaba la topoguía. Allí he llegado tras saltar una valla, una alambrada y pasar un tramo de monte denso. ¡Ah! Y mis nueve kilos de mochila me han acompañado... He seguido por la carretera esperando encontrar las caleras. Las caleras las caleras las caleras las caleras. No, estaba claro que el camino ya se había perdido. En mi mapa he visto que la única posibilidad clara, descartando volver a saltar hacia atrás todo lo que había saltado y atreviéndome a seguir por alguno de los senderos que presentaban aspas, era seguir por la carretera. Scheisse, que dirían los bundes. Eso sí, al llegar a Cerro Muriano, el final del GR está claramente señalizado. Triángulo de las Bermudas. ¿Sí o no?
 No me invento nada. 


En Cerro Muriano estaba esperándome María Dolores, alcaldesa de Obejo que vive en esta parte del municipio. Me ha dado indicaciones del patrimonio que podía visitar y me ha alojado en un pequeño hostal donde ha caído después, otra vez, una siesta para hacerle hasta una poesía. Cerro Muriano presenta dualidades en algunos aspectos: es un poblamiento referenciado desde hace muchísimos años, pero no tiene prácticamente casco histórico. Es de Obejo, pero también es de Córdoba capital. No presenta un trazado pintoresco, pero en todo momento ha estado repleto de gente con bicis, senderistas, etc. Curioso. Tras la siesta y una vez apagado el conato de tormenta que ha circulado cerca de aquí, he salido a comprobar qué encontraba.

Plinio era un tipo, romano, que se dedicó a dejar negro sobre blanco la realidad del imperio en su época. Y habló sobre Cerro Muriano, pero bien. Entonces era Oes Marianum (nombre que venía de su propietario, Sextus Mariano, que vivía en Roma y era con seguridad el hombre más rico de Hispania en aquel momento), y explicaba que estaba en explotación cuprífera desde hacía miles de años. Y no iba equivocado, pues hay registros fósiles en la zona desde el paleolítico, sin interrupción hasta la época romana. Por los afloramientos sí, pero sobre todo por la calidad del cobre extraído, que era superior. Además, su estratégica posición entre Corduva y Emerita Augusta ayudaba. El reciente hallazgo de unos estupendos baños romanos (interpretables en el museo del Cobre de la localidad), demuestran este poblamiento. El cerro de la coja, con sus restos de explotación en el pozo de San Rafael, sus espectaculares afloramientos y la alucinante Piedra Horadada, nos pueden dar una idea de lo que fue ese pasado. 

 Ruinas en el pozo de San Rafael.

 Piedra horadada. Las siguientes ejemplos de los afloramientos de la zona.


 

Pero el siglo II comenzó la caída de el imperio romano, y con ello el declive de Oes Marianum. Y de pronto, se abandonó el lugar. Durante 1500 años Cerro Muriano se desvaneció (como las señales de hoy en el GR -risas-). Fue a finales del siglo XIX cuando compañías mineras inglesas comenzaron otra vez con las explotaciones, lo que explica que el centro urbano del pueblo esté monopolizado por una vía de tren abandonada que lo atraviesa y que no existan prácticamente edificios históricos, aunque sí que se mantiene la original y encantadora estación de tren, de tradición inglesa.

 La parte cordobesa del pueblo, con Torreárboles al fondo.

Via del tren abandonada que sigue dividiendo el pueblo.

Preciosa estación de tren. Hoy es sede de una asociación.


Y otra vez, a mediados del siglo XX, la decadencia de la minería del cobre por el descenso del precio, amenazó seriamente la desaparición del enclave. La reacción estatal fue la implantación de importantes instalaciones militares en la zona que revitalizaron la localidad hasta el punto de que si hiciéramos una encuesta y preguntáramos a los españoles qué les sugiere Cerro Muriano: A: COBRE B: LA MILI, ganaría la opción B por goleada. Bueno, alguno dirá que nada de eso. Que Cerro Muriano le sugiere a Robert Capa y su foto más famosa, muerte de un miliciano, tomada aquí. (guiño).

Gracias María Dolores por tu afable recibimiento y por tu hospitalidad. ¡A ver si nos vemos el lunes en mi etapa por Obejo!


4 comentarios:

pin 26 de septiembre de 2015, 12:49  

B) MILI... mi padre hizo ahí la mili...😉

Kobos 26 de septiembre de 2015, 13:02  

Primera etapa con puntos negros. Me apena que sea en Córdoba.

B) MILI
¿Has podido visitar el Museo del cobre? Grrrrr ¡Qué suertudo!

Angel GB 26 de septiembre de 2015, 13:58  

Asi es, un puntazo negro. El cacique de turno se empeña en sostener que el camino no pasa por sus pagos. La documentaciòn antigua así lo atestigua pero como las administraciones a veces no tienen la diligencia suficiente, dan como resultado que el fulano corte e impida el paso por un camino que es de todos. Ademàs se lo ha currado: barras de acero (vigas) y mallazo de dos metros, de los que sobresalen las viguetas por arriba para que nadie ose treparlos. En fin un despropòsito. Siento que no hayas podido subir a Torreàrboles, de verdad, la vista es impresionante y hay una magia especial allì.

Por la carretera, unos trescientos metros, a la derecha, cuando comienza la vieja alambrada de espino, mucho màs manejable que el blindaje nuevo, se pasa y se engancha con el GR48 cuyas señales estàn borradas como señal ignominosa del incivismo de la propiedad de la finca, al que su dios confunda por muchos años, como poco.

Salud y buen camino.

Unknown 27 de septiembre de 2015, 5:57  

Vayaaa. Pasé cerca del atajo,pero no lo sabía. Es importante que gente como tú o yo gritemos esto, y no quede silenciado

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