ETAPA 22. DE VIÑAS DE PEÑALLANA A BAÑOS DE LA ENCINA
domingo, 4 de octubre de 2015
ETAPA
APADRINADA POR LA FAMILIA DERBAL.
Mis tres
tesoros en Suiza. ¿Tres....? ¡No! ¡CUATRO!. Sois la prueba máxima
de que en la amistad, lo más importante no es cuántas veces ves a
tus amigos, sino que cuando los ves, no importa el tiempo ni el
lugar. Os guardo en mi baúl de los tesoros, porque sois de lo más
preciado que tengo. Los.... cuatro, incluyendo al futuro. Gracias Sandra y Hafid e Ismael y
el que está por venir. Y... ¡FELIZ CUMPLEAÑOS ISMAEL!
Contador
de Kilómetros: 557,4
Estar
sólo puede ayudar a dormir bien. De hecho, a mi me ha ayudado,
porque me quedé frito bien temprano y a las cinco y cuarto ya andaba
trasegando, para ponerme a caminar a las seis y cuarto. El camino de
hoy, con una amplia bandera azul me ha llevado a una de las sorpresas
de este GR: Baños de la Encina
Con la
compañía de la luna he ido pegado a la carretera, primero hasta el
cruce donde comienza el GR y luego por una carretera más estrecha,
que lleva a Los Escoriales, y cuyo tráfico bastante constante a esas
horas y aún oscuro, me ha sorprendido. Total, que he tenido que ir
encendiendo el frontal cada vez que se me acercaba un coche, con lo
a gustito que estaba yo caminando con mi luna. El amanecer me ha
cazado entrando ya en la zona más adehesada, con el espectáculo de
las luces del alba y con un efecto óptico en dirección al Santuario
de la Virgen de la Cabeza: algunas gotas que caían en la lejanía
junto al sol que estaba casi en posición horizontal, han hecho que
apareciera un tramo de arco iris pero totalmente vertical. Mola.
Esta y la siguiente, mi amanecer de hoy.
El efecto óptico de marras.
Me
encaminaba, tras sobrepasar ya toda la zona de Viñas, hacia la MQ-30
(broma), es decir hacia la larga circunvalación de la Sierra de
Mosquila, que se ha merecido una bandera azul, pero azul eléctrico,
rampante, cegador. Ya desde antes de cruzar de la vertiente oeste a
la noreste-este ha ido avisando una berrea abrumadora. Me he dado
casi de bruces con dos machos berreándose a la cara. Buf... seguro
que se liaban con las cuernas. Pues no, se han estado chuleando un
rato, y yo no me puedo parar, así que ahí los he dejado con sus
líos de faldas. En toda esta zona se nota que ya ha llovido más, y
al ser una zona tentullera y tanera, me he puesto sin querer en modo
setas. Pero nada, parece que le falta un hervor, nada más. Al pasar
a la otra vertiente, la berrea ha ido claramente a más, y hasta me he
parado a grabar un par de vídeos porque en esas condiciones sí que
se oían. Alucinante. Y de paso he encontrado la razón a tanto
tráfico en ese camino: había muchos coches parados en esa zona, con
gente oyendo la berrea y viendo a los ciervos machos, que en esta
zona parece que les va el chuleo. El camino, ligeramente pedregoso,
va ascendiendo en dirección este hasta topar con unas vistas a la
campiña jienense con las béticas detrás que quitaba el hipo. Y
luego ha comenzado el descenso, delicioso entre una dehesa fuera de
serie.
No me digáis que no (I)
Poblado abandonado de Los Escoriales.
No me digáis que no (II)
Vistas hacia las béticas. Aunque también podría ser "No me digáis que no (III)"
Mi camino, bajando.
Ya
llaneando, poco a poco se va abandonado la dehesa (y se termina la
bandera azul) y tras un (muy) largo y (muy) pedregoso tramo, que se
hace (muy) pesado, se llega al embalse del Rumblar. Paradojas de la
vida, pese a ser el tramo del GR que me he encontrado más húmedo,
este es el embalse que me encuentro más vacío. He cumplido el Km 30
justo pasando por la presa y con un achuchón de fuerzas he subido
otra vez al llano para llegar en unos cinco kilómetros a Baños de
la Encina, cuyo skyline entre olivos se dibujaba como si fuera una
pintura.
Esta y la siguiente, inicio del tramo más llano.
Mi primer avistamiento del Rumblar. La siguiente, la pared del embalse. La última, llegando a Baños.
Manuel,
el concejal de deportes estaba esperándome y, por problemas
técnicos, no me ha podido alojar de inmediato pues Terry, el
concejal de juventud que me ha dejado una casa de su familia, se
encontraba fuera. Me he duchado en el polideportivo y Terry el pobre
sin venir. He comido un exquisito menú en el hotel por cortesía del
ayuntamiento, y Terry el pobre sin venir. Y la bajona que yo he
tenido después de comer, sin tener un lugar donde caerme muerto, ha
sido de antología. Hemos esperado hasta el último momento por si
Terry adelantaba su llegada y yo podía descansar algo, pero al
final, a las cuatro y media me he tomado un café y, valiente, he
afrontado directamente las visitas al patrimonio.
Mis vistas mientras comía
Baños
de la Encina tuvo poblamientos paleolíticos y neolíticos en su
término municipal, con hallazgos en algunos puntos. Y tras una
limpieza en el castillo, se confirmó que igualmente el cerro del
castillo ha tenido habitantes desde el neolítico sin discontinuidad,
pese a que el trazado que vemos actualmente es almohade. Sobre un
poblado neolítico que se extendía hacia el río, restos de un
templete romano, sobre estos, restos de un acuartelamiento califal y
sobre estos la ampliación de la reconquista. El nombre de la época
califal Bury al-Hamma (Castillo de Baños) fue el que le cedió el
nombre a la localidad, y pese a que en la puerta se expone una copia
de una lápida encontrada en el castillo que parece situar su
construcción en época califal, resulta ser que este establecimiento
no fue más que un acuartelamiento militar temporal. Otros
asentamientos anteriores ya existían en ese momento, y el diseño
actual no es fruto de ese momento, lo que descarta cierta idea
romántica de que la creación del castillo surgió, precisamente, en
ese momento. Discrepancias aparte, el castillo se presenta solemne,
visible desde todo el pueblo y gran parte de la campiña, y con un
interior que nos transporta totalmente a tiempos pasados.
Torre del homenaje.
Reproducción exacta de la lápida califal. Las siguientes, diferentes vistas del castillo.
Arco de entrada. La siguiente, vista de la parroquia desde el castillo.
En el
siglo XV se comenzó a construir la Iglesia Parroquial de San Mateo
terminándose en el siglo XVIII. Con una sorprendete estrechez y
altura de su pasillo interior, y con un exterior magnífico, sufrió
la pérdida del retablo durante la guerra civil, como otros muchos
templos.
Vista de la fachada principal.
Lateral de la iglesia, que denota su largura y estrechez.
Esta y las dos siguientes, interior de la iglesia.
En todo
su entorno, en la plaza Mayor y sus alredeores, se suceden las casas
señoriales, sobre todo relacionadas con las tres familias adineradas
que se repartieron la mayor parte del territorio del municipio:
Molino de la Cerda, Herrería-Cárdenas y Benalúa. Las casas, en su
mayor parte manteniendo sus construcciones originales de piedra,
dotan al casco urbano de un aire ciertamente castellano que no he
encontrado en ningún otro punto del GR. También tiene el pueblo la curiosidad de mantener vivo un molino de viento, al más típico estilo manchego. Dentro, se puede interpretar perfectamente todo el proceso de molienda sujeto a estos molinos. Muy interresante.
Esta y las siguientes, ejemplos de las casas señoriales del pueblo. Las dos últimas, el molino de viento.
Y la
última sorpresa ha sido la ermita del Cristo del Llano. Tras un
exterior esencialmente sobrio, se encuentra una de las mayores
sorpresas del mundo mundial: El camarín. Terminada en 1690, por
deseo de un Bañusco que fue canónigo en Jaén, Pedro García
Delgado. Te deja anonadado. Todo en cal policromada mezclada con
espejos, recargada hasta los topes, plagada de figuras, de
situaciones. Es un alucine, de verdad. Recomiendo a todos mis
lectores que en algún momento de sus vidas se den un salto a esta
maravilla que, por otra parte, en las fotos no sale nada bien. Y el
resto de la ermita por dentro, no desmerece en absoluto. Totalmente
pintada de frescos, presenta un colorido y un atractivo visual
inigualable. Mirando desde la ermita hacia el camarín, tiene uno la
sensación de estar en la Capilla Sixtina de Sierra Morena. Sólo lo
diré una vez más: hay que visitar esta maravilla.
Exterior de la ermita.
Esta y las tres siguientes, fotos del alucinante interior de la ermita.
Esta y las siguientes, detalles del camarín.
Muchas
gracias Manuel y Terry por, pese a estar en una situación de
extenuamiento máximo, haberme aguantado con estoicidad. Y por
vuestra hospitalidad, y por vuestra simpatía y agradable trato. Me
llevo a Baños en el corazón.
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