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ETAPA 21. DE EL SANTUARIO DE LA VÍRGEN DE LA CABEZA A VIÑAS DE PEÑALLANA.

sábado, 3 de octubre de 2015

ETAPA APADRINADA POR LA LIEVA.



La Lieva es Javi, que le ha dado un empujón mediático a todo esto que yo ni me imaginaba. Radio Sierra de Aracena se ha portado fabulosamente, y siempre estaré agradecido. Así que ya sabéis, si queréis turismo rural de primera, La Lieva. Gracias Javi.



Contador de Kilómetros: 522,1



Extraña etapa. He comenzado en un lugar muy visitado pero a la vez prácticamente despoblado, para terminar en otro lugar que no es más que un diseminado de casas, la mayoría de ellas de segunda residencia. Y esta tarde, al estar por primera vez en un lugar que, en verdad, no tiene ningún patrimonio especial que mostrar, a no ser su naturaleza (que por otra parte es exactamente igual a la que me he encontrado en el camino), me siento sólo y huérfano de visita cultural. Sobre todo sólo. Ya os cuento más tarde.

Hoy salía de mi hotel con las primeras luces en un día nublado y con algo de lluvia muy muy débil. He descansado bien, y si a eso le sumamos que la distancia de hoy no era excesiva, digamos que mi cuerpo se lo ha tomado como si fuera un paseo. Se trata de una etapa claramente dividida en dos: la bajada hasta el Jándula por camino y la subida hasta Viñas por carretera. Dos tramos totalmente antagónicos.

Tras echarle un último vistazo al Santuario, he tomado el sendero del Jabalí donde ya ha comenzado la tónica general del camino hasta el río: afloramientos graníticos y descenso más o menos acusado. En algunos momentos, llegando al área de recreo del Jabalí y, sobre todo, llegando al río, el descenso se hace delicado, casi peligroso. Con una arena resbaladiza y grandes pendientes, había que usar toda la concentración posible para no acabar en el suelo. Ha sido como el ascenso técnico de ayer para enlazar con la carretera de subida a la Aliseda pero en sentido inverso. Me ha gustado mucho esa lucha contra la gravedad. Por lo demás, repetición de entorno boscoso, mayoritariamente de pinar de repoblación y berrea constante en todo momento. De hecho, ahora escribiendo, en esta Viña donde me alojo, sigo oyéndolos. 

 Adiós Santuario.

 La constante de este tramo: bajada y afloramientos. Las dos siguientes, dos tramos de la bajada.




La llegada al Jándula ha acentuado todas las cosas buenas de esta etapa. He podido ver garzas reales, aunque en la fotografía que os pongo casi casi casi no se aprecia. He visto un macho de ciervo y dos hembras, al lado de la pista de acceso a la carretera, a los que les ha faltado sólo jugarse un Rumikub conmigo, porque prácticamente ni se han inmutado: esta foto sí que sale bien. Y luego el río, que es uno de los cauces que más me han gustado en este GR. Tranquilo, ancho, casi remansado. Verde y lleno de vida. Con un montón de pozas y de piedras graníticas que ya le acababan de dar un especial toque. El paseo por la pista aledaña al río ha sido muy gratificante.

 Encima de esa roca del medio, hay una garza real. Las dos siguientes detalles del Jándula y la última cierva desde muy cerca.




Y ya enlazando con la carretera, he dudado si poner una bandera negra a este tramo o no. Finalmente no lo haré. Los casi 8 Km de este recorrido no me han ofrecido nada nuevo. El mismo hábitat, los mismos afloramientos, las mismas vistas, pero esta vez con coches y camiones. Y no le pongo la bandera porque hoy es sábado y es "La Romería de los Romeros", que le llaman. Así que quiero pensar que lo habitual en cualquier otro momento del año es que el paseo sea tranquilo y con poco tráfico. Y que lo de andar extendiendo el brazo para que los vehículos me mantuvieran la distancia mínima de seguridad cada 30 segundos de media, ha sido una excepción. Lo único que me ha llamado la atención de este tramo es una (esta vez sí) última foto al santuario, ahora ya muy muy lejos. Parece mentira que sólo estuviera a 15 Km caminando.

 Ese cerro que destaca al fondo, es el cerro del Cabezo. De allí vengo.


En el restaurante Los Pinos me ha recogido Paco, concejal de deportes del ayuntamiento de Andújar. La verdad es que el sitio donde me ha alojado es alucinante. Se trata de... su casa de segunda residencia. Una Viña.

Pero no es una viña con la acepción con la que la conocemos. Aquí las Viñas son casas, ubicadas en esta zona boscosa, más o menos antiguas (y si no son antiguas, restauradas) y que solían tener una parte de viñas para el consumo propio. En verdad eran Pagos, como se les conoce en el entorno, que al tener viñas muchos de ellos pasaron a denominarse Viñas. Este tradicional uso de la zona, derivó en los 70 y 80 del siglo pasado en un uso a vivienda vacacional y de fin de semana de Andújar y su entorno. Así que uno se puede cruzar desde una antigua casa de muros anchos a una nuevísima tipo mansión, pasando por casas más humildes de dudoso gusto, todo ello comunicado por una red de carriles en mitad de la zona boscosa y extendiéndose más allá de la zona de Peñallana. Y os prometo que he intentado buscar una ermita que por lo visto hay por aquí, pero me he perdido, así que no puedo hablaros de más patrimonio.
Tenía que llegar un final de etapa en el que no tuviera nada que mostrar, y a tres del final ha llegado. Entonces, hoy a descansar en casa de Paco, y a sentirme un poco sólo, porque aquí no hay nadie que me enseñe nada, ni nadie... de nadie. Estamos la casa, los pinos, el viento y yo. Y como la ausencia es la falta de presencia, y hoy no hay presencia, la ausencia lo embarga todo y me estoy poniendo melancólico. Así que cambio y corto.

2 comentarios:

pin 4 de octubre de 2015, 0:14  

Melancolico por qué? Gracias a Paco que te ha permitido un ratito de descanso y soledad que también se agradece. Ea, ya te queda ná de ná

Unknown 4 de octubre de 2015, 5:19  

Si... Si he descansado y he estado tranquilo... Pero ya son muchos días sin Pablo y sin Chica

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